¡A San Fermín venimos
por ser nuestro patrón,
nos guié en el encierro
dándonos su bendición!
¡Ya están despiertos los mozos!
¡Al aire libre los periódicos!
El toro llega con la siniestra amenaza.
Pidiendo calma al corazón
el miedo empuja las piernas.
El recorrido baña de rojo y blanco la fiesta.
El rebaño abraza la muchedumbre frondosa y caída.
El asfalto brilla.
Viene el toro sin saber que todo pasa.
El mozo cae en la mitad de la manada.
Solitario el toro se marcha,
¡esta vez la suerte le abraza!
Bravo embiste una y otra vez,
es un recordatorio el toro.
Hasta el capote llega
acompañado por la muerte.
Tapizado de negro, sangre y sudor.
Es un gladiador.
Por la Estafeta a fuerte ritmo
el asta no llega al mozo.
En la curva los pañuelos rojos
sortean valientes el vallado.
Animales y hombres lucidas carreras ofrenden.
Por las viejas calles baila y canta el pueblo.
La blanca y roja felicidad que llega al corazón.
Se engendra en mi lengua un antojo.
Un beso que termine en tus labios.
Te ofrezco mi desenfrenado sexo
para que desnudo haga la noche incluso mas grande.
Gritos deshojados
celebran al santo.
El vino es una lámpara
que enciende la alegría.
Van los mozos y las mozas
por Calderería.
Bajo un cielo de pañuelos rojos
sin raíces bailan mis pies.
Laberínticos brazos que se extravían
en una masa de ruido y adrenalina.
Sin saber hacia donde camino.
El toro presiente sin inquietud su muerte
y vacía su fuerza bajo el capote.
Para que le miren y verlo,
con la gracia de la incansable pasión,
llega a la muerte en la agonía.
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